Oh my Got! Análisis de la última temporada de Game of Thrones

Mucha expectativa -o hype como se le suele llamar en el lenguaje geek- hubo con esta última temporada, y con razón, pues el final de la séptima temporada nos había preparado para la batalla final no sin antes darnos una fuerte revelación que alimentaría los sueños e hipótesis de ñoños alrededor del mundo.

Casi dos años tardaron en realizar esta temporada. Dado el cambio de clima cuando estaban por comenzar a grabar, tuvieron que esperar para continuar tal grabación. En todo este tiempo el hype se fue condimentado con fotos y declaraciones como la de Maisie Williams (AKA Arya Stark) quien mostraba su indumentaria llena de sangre diciendo “gracias por todos estos años” aclarando que sus escenas habían sido filmadas. Quienes murieron y quienes sobrevivieron en esta temporada? Yo no se los voy a contar ya que no pretendo contar la historia, para eso miren la serie. Pero sí compartir mi análisis sobre esta temporada que dio que hablar, tanto los viejos fans que crecimos viéndola desde el principio como los nuevos que se sumaron “a ver qué onda el final” contagiados de los viejos.

Han pasado 84...digo, 9 años

Lo que me gustó mucho de Game of Thrones, fue su fuerte contenido político donde todos quieren sentarse en el trono de hierro y muchos han perecido luchando en las diferentes disputas de poder que hubo. Esta temporada arrancó así, bien GoT, es decir, lleno de tensiones, cruces y rosca política donde no sabés si un aliado te puede traicionar o cuando vas a necesitar una alianza con algún rival para derrotar a un enemigo en común. Si bien todos estábamos ansiosos por las batallas, es comprensible que haya capítulos para caldear todo lo que viene después. El problema de estos capítulos es que suceden cosas fuera de pantalla para agilizar el desarrollo dado lo acotado en duración que fue esta temporada. Podría entenderse por ese lado sino fuese que también hubieron momentos de relleno totalmente innecesarios, lo cual me hizo pensar “por qué no me mostrás esto pero sí me mostrás lo otro que no me sirve para nada en el desarrollo de la historia?”.

Luego está la coherencia de los guionistas donde no sé si nos toman por tontos o si realmente se equivocaron. Por ejemplo, a quien se le ocurre mandar la caballería al inicio de un combate? O sacar catapultas afuera de tu fortaleza y no tener armas defensivas en las torres? O que de repente no puedas ver una flota enorme desde el cielo. Y esto no es nada nuevo ya que la serie comenzó su flaqueza a partir de su salida de la línea argumental de los libros decayendo fuerte en la temporada anterior. Recuerdan el final de la séptima temporada donde Varys aparece rápidamente en diferentes partes del mundo?

Estos son algunos de los minispoilers que me permito incorporar en la nota para que piensen el grado de incoherencia que hubo a lo largo de la temporada. Hubo muchos errores de lógica cuya única respuesta lógica sería que los personajes son idiotas. Incluso hubo muertes que podrían haberse evitado si no actuaban tan estúpidamente. Pero no, estoy casi seguro que algunas de esas estupideces las hicieron a propósito justamente para que resulte en alguna muerte heroica (como las hay en el tercer capítulo).

Pero no todas son pálidas, más allá de lo escueto y forzado que resultó el guión esta última temporada, la dirección y producción fueron tremendas, especialmente los episodios “La larga noche” y “Las campanas” cuya dirección estuvo a cargo del argentino nacionalizado inglés, Miguel Sapochnik, quien además estuvo a cargo de dos de los mejores episodios de la sexta temporada, “La batalla de los bastardos” y “Vientos de Invierno”. Está clarísimo que Miguel sabe muy bien como dirigir visualmente una batalla y lo hizo tan bien que la primera vez que vi los capítulos ignoré los errores de guión (porque sí, algunos capítulos necesité verlos dos veces de lo orgásmico que fueron). Es increíble como logra asustarnos usando diferentes planos con una posible muerte de nuestros personajes favoritos.

Las actuaciones también estuvieron geniales destacando las de Peter Dinklage, Nikolaj Coster-Walduj y Sophie Turner cuyos personajes han sufrido una gran evolución a lo largo de la serie y estuvieron a la altura de esas evoluciones. La que me hubiera gustado ver un poco más es a Lena Headey ya que es una gran actriz que supo mantener firme la evolución de su personaje con diálogos excelentes pero que en esta temporada tan solo se la pasó parada con su mirada fría y sonriente. Eso sí, un millón de dólares por cada capítulo que apareció le pagaron, y cuyas apariciones se cuentan de a minutos con las manos.

Siempre infelices, nunca felices

Con el pasar de los capítulos, la esperanza de tener un final digno de la serie se fue esfumando al punto que luego del penúltimo capítulo, más de un millón de fans de todo el mundo firmaron una petición para que rehagan la última temporada. Pero eso no sucedió, a medias.

Lo que muchos esperábamos de esta serie fue que su final sea algo épico, te de vuelta la cara y te levantes de la silla pensando “Qué carajo pasó acá? No entiendo, así no terminan las historias tradicionales. Gracias HBO, DAME MÁS!”. Lejos de ocurrir eso pero no tan cerca del fiasco que al menos yo esperaba, el final me pareció bueno si lo comparamos con la línea argumental que venía arrastrando desde la séptima temporada donde la serie comenzó a volverse predecible. Si bien sucede algo que se esperaba, la serie finaliza con una vuelta de tuerca que nadie esperaba y eso estuvo excelente.

A pesar de lo apresurado y poco sostenible guión, al final del día -y de la serie-, HBO nos brindó una temporada final pochoclera. No fue lo que esperábamos y nos hizo renegar más de una vez pero que se disfrutó. Quizás si hubiera tenido más capítulos para desarrollarse mejor, sería distinto. Al igual que Lost, las aguas estarán divididas entre quienes están conformes con el final y quienes la odiarán por haberles hecho perder tantos años. Gente que haya quedado fascinada con el final? Ninguna, o al menos lo dudo.